El psicólogo general sanitario infanto-juvenil

marzo 13, 2018

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Sara Navarrete

El psicólogo general sanitario

¿Qué aptitudes y habilidades debe tener un psicólogo general sanitario que realice evaluación, diagnóstico e intervención en población infanto- juvenil?

En mi opinión y después de lo estudiado en la asignatura pienso que el trabajo con población infanto-juvenil es un trabajo que ha de ser vocacional ya que a mi modo de ver se trata de una carrera de fondo, pues en este caso concreto no importa únicamente nuestro paciente, que será el niño, sino que su contexto es sumamente importante, con esto me refiero a que tendremos que tener en cuenta al tutor, cuidador y/o padres del niño. Es esto lo que hace que se trate de un trabajo realmente intenso.

Quiero comenzar hablando del aspecto principal, que sin duda es de suma importancia en este tipo de población: la sinceridad. Los niños son sen- sibles a captar la incoherencia, y la falta de empatía. Por ello son dos habilidades de suma importancia y que jugaran un importante papel a lo largo de todo el proceso tanto de evaluación como de intervención con el paciente infa- to-juvenil. Esta habilidad, de algún modo incide e influye directamente en otro aspecto importante y principal que es la motivación del niño. Si nosotros co- mo psicólogos nos mostramos atentos a sus necesidades, nos presentamos de forma coherente y sincera, de algún modo estamos influyendo en que el paciente se sienta motivado y comprometido (sobre todo si se trata de pobla- ción adolescente).

Otro factor muy importante a tener en cuenta cuando estamos trabajando con población infanto-juvenil es que, en mi opinión el psicólogo/a ha de tener un especial interés para trabajar con niños, pues es sumamente importante ser capaz de comprender el modo en el que ellos perciben el mundo, es decir, conocer sus estadios evolutivos, conocer también que aspectos de se desarrollo entran dentro de la norma y cuales pueden estar sugiriéndonos la presencia de alguna patología.

Pienso que un profesional de la psicología competente para trabajar con este tipo de población ha de ser capaz también de actuar protegiendo el espacio terapéutico y adaptándose al lenguaje especifico según la edad del niño. Es imprescindible utilizar un marco teórico de comprensión del desarrollo evolutivo del menor, así como poseer un buen enfoque terapéutico adecuado a las necesidades de nuestro paciente.

Un factor fundamental es, como se ha mencionado anteriormente, saber manejar el contexto, pues no nos podemos olvidar que se trata de una población que muy posiblemente es el portador de algún síntoma generado en el sistema familiar. Con esto quiero decir, que si es cierto que una parte de la población presenta patologías graves otra parte importante presenta trastornos que están siendo sustentados por el contexto familiar y/o social. En este caso, es fundamental que el psicólogo/a sea capaz de manejar los subsiste- mas que se puedan encontrar en la familia, cuales son sus roles dentro del sistema, sus coaliciones y sus modos de funcionamiento. Saber detectar el motivo real por el que se consulta es un factor que en mi opinión determinara el éxito o no de la terapia. Para ello es fundamental que el terapeuta sea capaz, es decir tenga la habilidad, para hacer preguntas que le ayuden a gene- rar sus hipótesis, siempre teniendo en cuenta que el sistema continuamente se encuentra en movimiento y se ha de tener su cuidado con las transferencias y rapport que se puede generar hacia el psicólogo/a.

La empatía, tal y como se ha comentado anteriormente es un factor fundamental. Pues tenemos que enmarcar el problema tanto desde los ojos

del niño o adolescente como también desde el sistema familiar. Comprendiendo tanto a la madre como al padre y siendo capaces de reconocer sus emociones sin juzgarlas. Para ello, el psicólogo/a es importante que tenga la habilidad de ponerse en el lugar del otro sin juzgarlo.

La organización del tiempo es otra habilidad de suma importancia en el psicólogo/a que trabaja con ese grupo de población ya que tendremos que ser capaces de manejar el tiempo de la sesión y estructurarla de modo que tengamos en cuenta el fluir de la sesión pero sin perder de vista los principales objetivos que nos hemos pautado.

Por otro lado, la capacidad o habilidad del psicólogo/a para adaptarse al nivel cultural del paciente es una habilidad fundamental, pues a mi modo de verlo es importante saber si una conducta estará determinada por la patología o más bien por que en el contexto cultural del menor es una situación incluso adaptativa tanto a nivel social como psico-emocional.

Transmitir seguridad y profesionalidad es una habilidad fundamental para el Psicólogo General Sanitario, no únicamente para el profesional que trabaja con población infantojuvenil sino también para el que trabaja con población adulta. El paciente necesita proyectar en el terapeuta una personalidad fuerte y que sustenta su sistema, pues en ese momento es el que lo guiará a lo largo del camino, tanto a él como a su contexto.

Para el psicólogo general sanitario que trabaja con población infantil, es fundamental ser capaz de manejar sus propias emociones, pues corremos el riesgo de adoptar una postura paternalista que lejos de beneficiar a nuestro paciente puede generar un conflicto entre nuestro paciente y nosotros, se puede generar un vínculo en el que se pierda la objetividad y dejemos de ser funcionales.

Finalmente una habilidad fundamental que el psicólogo general sanitario que trabaja con población infanto-juvenil debe de tener es la capacidad de

no juzgar. Como psicólogos generales sanitarios es fundamental aceptar la conductas que nuestro paciente refiere en consulta y ser capaces de integrar- las en las circunstancias del paciente, ya que posiblemente hagan de función del síntoma y nuestro trabajo es detectarlo y redirigirlo.

Es por todo ello que considero que las habilidades y aptitudes que debe tener un psicólogo general sanitario que realice evaluación, diagnóstico e intervención en población infanto-juvenil son la capacidad de ser empático, ser una persona formada en la técnica y teoría evolutiva, tener un nivel alto motivación para trabajar con población infato-juvenil, ser competente en materia de detectar el motivo real de consulta, ser capaz de hacer una buena gestión y organización del tiempo en sesión y tener la habilidad suficiente para mane- jar el contexto de esta población que normalmente forman parte de algún mo- do u otro del síntoma que puede presentar el paciente.

¿Cuáles son las dificultades que pueden aparecer en la práctica clínica con esta población?

En mi opinión, generalmente trabajar con población infanto-juvenil re- quiere unas características de dedicación, frescura, simpatía, creatividad y vocación que en ocasiones si no están presentes en el profesional, puede precipitar la aparición de algunas dificultades en la práctica clínica.

Algunas de las dificultades que pueden aparecer, a mi modo de ver, serían las siguientes:

Atención permanente y estrés: estar con un niño o un adolescente en consul- ta requiere estar atento al 100 x 100, requiere velar por su seguridad y por su cuidado el tiempo que dura la sesión o sesiones. Muchas veces para poder trabajar con población infanto-juvenil los profesionales tenemos que desarrollar estrategias y juegos terapéuticos para así facilitar la terapia. En muchas

ocasiones solo con un descuido basta para tener un accidente, y esto es sin lugar a dudas una desventaja importantísima al trabajar con menores de edad.

Otro punto que puede no resultar ventajoso al trabajar con este perfil de población son los horarios y vacaciones. Como profesionales tendremos que adaptarnos a su agenda escolar para poder concertar las visitas, ya que debemos velar por el bien superior del menor y quizá hacer perder sus clases no sea algo positivo y beneficioso para el menor.

Tal y como se ha comentado en la primera pregunta de este trabajo, trabajar con población infanto-juvenil, muchas veces implica lidiar y tratar con el con- texto familiar de nuestro pacientes. En muchas ocasiones es este contexto el que esta manteniendo el problema, y una de las desventajas o limitaciones con las que nos encontramos es precisamente la falta de acceso al contexto ya que puede ser que los progenitores no estén dispuestos a colaborar en el tratamiento, teniendo la falsa idea de que ellos no son parte del problema y que el que ha de solucionar el problema es su hija o hijo.

En algunas ocasiones el trabajo con población infanto-juvenil puede resultar agotador. Pues la población infantil requiere que nos estemos moviendo con ellos en la sala, que nos pongamos a su altura para explorar e intervenir y en ocasiones cuando se trata de adolescentes pueden ser muy resistentes al cambio, lo que de algún modo puede llegar a crispar al profesional.

Una desventaja fundamental son las habilidades comunicativas limitadas que encontramos en este grupo de población. Por ello en muchas ocasiones antes de comenzar con el tratamiento se ha de comenzar a trabajar con un programa para desarrollar las habilidades comunicativas en los niños, ya que esto facilitara el tratamiento posterior de la sintomatología o demanda principal.

Cuando se tenga que tomar una decisión o solucionar un problema, tendremos que contar con la familia, y tal y como se ha explicado anteriormente es-

te aspecto puede ser frustrante y limitante. Seria apropiado que los niños participen y que aunque en ese momento no tengan la capacidad de solucionar el problema, esto hará que poco a poco vayan desarrollando la capacidad de expresar lo que sienten y piensan, tanto al terapeuta como a la familia.

El miedo forma parte de la psicología infantil, y esta es una gran desventaja a la hora de trabajar con este tipo de población. Tendremos que lidiar con el pa- ciente y enseñarle a manejarlo, respetando su desarrollo evolutivo. La mayo- ría de los niños temen las visitas al medico y en general a todo lo que este en relación con consultas sanitarias y/o hospitales. Ye este es uno de los miedos que tendremos que trabajar y tener muy presentes en nuestro tratamiento.

Otra desventaja es que en ciertas situaciones sociales, algunos niños y/o adolescentes dejan de hablar y de comunicarse, y aunque realmente son capaces de hacerlo en otros contexto, puede que en la consulta necesitemos un tiempo para generar un clima de confianza y una vez mas, esta característica puede hacer que la intervención con población infanto-juvenil requiera paciencia y tolerancia a la frustración.

En ocasiones cuando trabajamos con población infanto-juvenil uno de los principales motivos de consulta puede ser que de repente los progenitores aprecian que aparecen conductas difíciles y agresivas u hostiles en el niño y que no son explicables. Un niño puede comenzar a reaccionar de este modo y es muy posible que este atravesando por alguna situación que no sepa mane- jar porque le desborda. Pues de algún modo las conductas agresivas suelen ser un indicado de que algo esta afectando el niño. Esta es una de las des- ventajas que tenemos que aprender a gestionar, pues no solo tendremos que manejar la conducta del niño o el adolescente sino también las frustraciones y emociones que se generan en los padres.

Otra desventaja es que puede que cuando este tipo de población muestre un cambio inexplicable de conducta, la falta de habilidades en la comunicación o la inmadurez característica limite y afecte la relación terapéutica. La mas mí-

nima señal de cambio en la conducta habitual de un niño y/o un adolescente puede ser una señal de alarma.

Por ello, y como continuación del punto anterior vemos como la falta de madurez para comprender características típicas de esta población, es en muchas ocasiones una importante desventaja. Pues el terapeuta en este caso debe de ser genuino así como creativo para poder adaptarse al nivel de desarrollo tanto psicológico cómo emocional del paciente.

Otra desventaja o problema que podemos encontrarnos al trabajar con este perfil de población, es el hecho de que en ocasiones como terapeutas tendremos que establecer límites, y enseñar a los padres a hacerlo. En un primer momento posiblemente como terapeutas tendremos que llevar las riendas, y eso implica una importante responsabilidad. Pero continuadamente tendremos que derivar la responsabilidad a los padres y darles pautas de manejo. Un ejemplo de éstas pautas pueden ser: toques de queda (ya que muchos adolescentes necesitan saber a que hora deben llegar), así como saber don- de pueden ir y donde no. Todo esto puede ayudarlos a reconocer que su comportamiento es fundamental y que importa en el contexto de terapia. En esta línea será importante también que se fijen unas consecuencias y un sis- tema de contingencias para que los padres puedan aplicarlos en casa.

Otra desventaja también es que en ocasiones tendremos que realizar coordinaciones profesionales, hablar con los profesores y/o tutores. En consulta tendremos que hablar con profesores y valorar si se esta desarrollando un problema escolar. En muchas ocasiones los padres perciben el hecho de ir a hablar con los profesores como algo vergonzosos, nosotros como profesionales tendremos que hacerles ver que no lo es. Es complicado porque debemos de manejar bien los espacios, y dejar que el paciente se desarrolle.

Por último, la falta de implicación en terapia es una posible desventaja a la ho- ra de trabajar con este perfil de población. En muchas ocasiones, cuando hablamos de población adolescente e infantil tenemos que tener en cuenta que

la mayoría de ocasiones no suelen venir por voluntad propia a la consulta, es decir, en muchas ocasiones son los propios padres, tutores o profesores los que recomiendan un tratamiento especifico para su conducta o síntoma concreto. Ello es una gran desventaja para la intervención, ya que supondrá dedicar tiempo y sesiones a generar un clima de confianza y bienestar en el que nuestro paciente se encuentre cómodo y seguro para así poder comenzar a trabajar con nosotros.

A modo de conclusión, diré que en mi opinión la practica clínica con este perfil de población es un reto hermoso. Pienso que se ha de estar muy preparado tanto a nivel técnico como personal ya que un buen psicólogo infanto- juvenil ha de tener una amplia formación específica en el campo, asi como una vocación innata para estar con niños y adolescentes.

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